martes, 28 de abril de 2009

DON MANRIQUE


Por Inés Carozza

Pero ¿qué es lo usted dice Don Manrique? ¿Qué tenemos como tres vidas? ¿Cómo es eso?
- Sí, hijo sí. La de acá, la del más allá y hay otra.
- Esa es la que me interesa, la otra. ¿Me explica?... Sabe que pasa, usted, en sus famosas coplas… En la XXXV, precisamente, habla de la fama y… y… yo quería..., quiero ser famoso…
- ¿En la XXXV, dices? Ya ha pasado tanto tiempo, que muy bien no lo recuerdo… pero sí, tiene que ver con eso.
- ¿Con qué?
-  Pues con el recuerdo. Con que todos te recuerden por lo que fuiste, por tus obras, es decir tus acciones. Que claro, deben ser buenas. Aunque pensándolo bien, si son malas, muy malas, también te van a recordar. Por todos los daños que has causado. Claro que serías famoso igual. Pero vamos, que no es eso lo que he querido decir en mis coplas.
- Sabe qué Don Manrique... yo no sé muy bien lo que quiso decir, pero sé que a mí me cuesta bastante entender su libro, por lo del castellano antiguo ¿vio? Claro que la conversación por lo menos me sirvió para algo. Entendí que la fama tiene dos caras, una buena y una mala. Y no estoy tan seguro ahora de querer ser famoso. Conozco a algunos que por un instante, que digo, por la centésima parte de un instante darían cualquier cosa por saborear a la codiciada chica.
- Pero ¿de qué chica me hablas?
- De la fama, ¡eh que yo también puedo usar metáforas!... Y bueno, ahora que tengo un poco más ordenada mi cabeza, voy a ir terminando con el libro porqué está por cerrar la biblioteca y usted tiene que volver al estante. Que la señora del mostrador me recomendó: “cuidado con este ejemplar que es único”, y no sé cuantos años dijo que tenía. Así que lo dejo…
- Espera, espera, primero explícame como es eso de ordenar la cabeza, ¿la limpias? ¿La barres? ¿Sacudes? ¿Qué haces?
- No, Don Manrique, es otra metáfora. Quise decir: ahora que tengo más claros mis pensamientos. ¿Entiende?
- Sí, hijo, sí, pero vete que allí llega la del mostrador. Ya devuélveme al estante, no vaya a pensar que estas loco y que estás hablando solo. Ah, vuelve cuando quieras, que me aburro, me abren tan poco. La del mostrador ni siquiera me pasa un plumero. Con eso te digo todo. Que esa fama de la que tanto hablé, sólo me sirvió para que de vez en cuando me desempolve algún estudiante, y viste como son algunos jóvenes, tan aburridos, que me duermo yo antes que ellos.

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