miércoles, 17 de junio de 2009

UNA VISIÓN PESIMISTA DE LA VIDA


Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo, vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados;
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó la luz al día.

Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo, y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en qué poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

Francisco de Quevedo (1580-1645)
"Enseña cómo todas las cosas
avisan de la muerte".

¡Ah de la vida!... ¿Nadie me responde?

¡Que sin poder saber cómo ni adónde,
la salud y la edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto;
soy un fue, y un será y un es cansado.
En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.

Francisco de Quevedo,
"Represéntase la brevedad de lo que se vive
y cuán nada parece lo que se vivió".


Puto es el hombre que de putas fía,
y puto el que sus gustos apetece,
puto es el estipendio que se ofrece
en pago de su puta compañía.
Puto es el gusto y puta la alegría
que el rato puteril nos encarece;
y yo diré que es puto a quien parece
que no sois puta vos, señora mía.
Más llámenme a mí puto enamorado,
si al cabo para puta no os dejare;
y como puto muera yo quemado,
si de otras tales putas me pagare;
porque las putas graves son costosas,
y las putillas viles, afrentosas.

Francisco de Quevedo,
"Desengaños de las mujeres".


La visión que da su filosofía es pesimista y preanuncia el existencialismo. Vive con la obsesión de la muerte, en sus extraordinarios versos.

...

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

Francisco de Quevedo,
fragmentos de "Amor constante más allá de la muerte".
¿Qué imagen de la muerte rigurosa,
qué sombra del infierno me maltrata?
¿Qué tirano cruel me sigue y mata
con vengativa mano, licenciosa?
¿Qué fantasma en la noche temerosa
el corazón del sueño me desata?
Francisco de Quevedo,
fragmentos de Rodéanle mil
fantasmas engañosos

LA VIDA ES SUEÑO

"Esa seda que rebaja
tus procederes cristianos
obra fue de los gusanos
que labraron tu mortaja.
También en la región baja
la tuya han de devorar.
¿De qué te puedes jactar,
ni en qué tus glorias consisten
si unos gusanos te visten
y otros te han de desnudar?
Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive sueña
lo que es hasta despertar.


Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son".

Pedro Calderón de la Barca
(Madrid, 1600-1681),
fragmentos del monólogo de Segismundo,
de La vida es sueño.


Lasciate ogni speranza voi ch´entrate


En el medio del camino de nuestra vida,
me encontré en una selva oscura donde
la directa vía estaba errada…
Por mí se va a la ciudad doliente:
por mí se va al eterno dolor,
por mí se va tras la perdida gente.
La Justicia, movió al Supremo Hacedor,
me dio la divina potestad,
el primer amor, la suma sapiencia.
Antes de mí, no fue cosa creada,
salvo lo eterno, y yo permanezco para siempre.
¡Dejad toda esperanza los que van a entrar!
Dante Alighieri
Entrada del Dante, junto a Virgilio,
en la puerta del Infierno.
Y vi que estaba en el borde sombrío
del valle, en el abismo doloroso,
y gritos sin fin del infinito subían:
Era oscuro, profundo y nebuloso,
tanto, que aun hundiendo la mirada
yo no discernía cosa alguna.
“Bajemos a este mundo ciego,
dijo el poeta, con cara mortecina,
entraré primero, tu lo harás segundo”.
Yo, que vi su palidez, respondí:
“si bajar, a ti te espanta,
¿quién a mi dudar, infundirá la calma?
“Es la angustia de la gente que aquí mora,
y es la piedad la que me embarga, vamos
el trecho es largo y acuciante”.
Y bajamos al Círculo Primero
que ceñía el abismo circundante.
Aquí volvía el grito lastimero,
de suspiros sin fin, mas no de llanto.
Era rumor de pena, sin martirio,
de hombres, niños, de mujeres, que
en gran grupo iban, girando, sin espanto.

Primer círculo: el Limbo.
El Dante desciende tras Virgilio
.


¿Qué asusta a Dante? ¿Qué a Virgilio? ¿El infierno? ¿Cuál? ¿El qué ofrece la vida? ¿El qué sigue a la muerte? ¿O será que esos círculos conducen al fondo de un alma perturbada, confusa y sufriente?


Inés Carozza

ESTADO DE ÁNIMO

"Estoy torturado entre el deseo de descanso y
el temor a los nuevos sufrimientos que entraña
la prolongación de la vida y el dolor anticipado
de verme separado de todos aquellos a los que
estoy todavía apegado…Si estuviera solo hace
tiempo que hubiera acabado con mi vida…"

Freud, 1936,
Carta a Marie Bonaparte.


"No tengo deseos de renacer, es más, si nos
revistieran con un nuevo envoltorio mortal
¿de qué me serviría sin el recuerdo?, no tendría
vínculo entre mi pasado y el futuro. A mí me
satisface saber que la eterna molestia de vivir
llega finalmente a término, creo que el deseo
de muerte y de vida moran uno junto al otro
en nuestro yo, tal vez la muerte nos alcanza
porque la deseamos. Tal vez pudiésemos vencer
a la muerte de no ser con el aliado con que

cuenta dentro de nosotros mismos. En ese sentido
podríamos decir justificadamente que
toda muerte es un suicidio encubierto.
Explica (Walt Whitman) por qué el ser
humano busca el sosiego, por qué los poetas
se muestran agradecidos de que:

Sean quienes sean los dioses,
que la vida no sea para siempre
que los muertos no vuelvan a levantarse
jamás,
que incluso el río exhausto
llegue a verterse en algún lugar del mar.

Espero que no me vean como a un pesimista,
no mientras tenga a mis hijos, mi esposa,
mis flores, yo no me siento desdichado, al
menos no más que el resto..."

Sigmund Freud
(Freiberg 1856- Londres 1939)
entrevistado por George Viereck en 1930.

lunes, 15 de junio de 2009


Sólo conmigo y con el sol...
camino por las piedras,
de regreso a casa...
Sólo conmigo y nada más
que conmigo estaré,
hasta que se apague el sol...
Inés Carozza

sábado, 6 de junio de 2009

Una pintura de Chagall

Bésame en el aire, yo con flores en la mano.
Bésame volando y el sol entra por la ventana.
Bésame mientras camino, mientras vivo.
Bésame hasta el final de los días...
Inés carozza

viernes, 5 de junio de 2009

Literatura y fútbol, dos pasiones inevitables...

Domingo 10 de mayo de 2009
SAN LORENZO – BOCA Y EL TÍO OSCAR


Que me perdonen los fanáticos de Boca Juniors…

Domingo a la tarde, demasiado calor para ser otoño y el estadio es un hervidero. Nunca, a pesar de mis años había pisado una cancha y ahora lo estoy haciendo, nada más ni nada menos, que con un San Lorenzo – Boca. Los cuervos, además de ganar el partido quieren seguir sosteniendo “la paternidad”, hecho que, a los hinchas del Ciclón les produce un orgullo irrefrenable. Osadamente, le hacen gestos a los de la 12, ponen los brazos como si hamacaran a un bebé, y… “sí, los tenemos de hijos, muchachos”, decía un señor mayor y más prudente que los otros en el lenguaje. “Nos van a ganar si son brujos... ¡jodemil!... ni pagándole al réferi…” “y qué no digan estos bosteros que no tienen comprados a estos turros de los árbitros, eh…”, “parece que estudiaron en una academia para ciegos, que no digan eh, que no digan…, qué a San Lorenzo le cobran todo en contra, ¡qué hijos de puta!…”
Y suenan las cornetas y vuelan las banderas y toda la tribuna es azul grana y es hermoso y salen, sí salen y es apoteótico, los papelitos, la bandera brillosa, nuevita desplegada en la popular y todos aplaudimos, vivamos, saludamos a nuestros héroes. Y me emociono, no puedo creerlo, yo, yo que siempre fui indiferente al fútbol, ahora estoy al tanto, eso se lo debo a mi hijo menor, que de la noche a la mañana tiene prendido el televisor en el canal de deportes, como si fuera música de fondo. Y estoy aprendiendo a los cincuenta, y ahora estoy acá y me río de las puteadas, de los cantos, de los enojos y hasta se me humedecen los ojos, porque…. porque me acuerdo del tío Oscar. El tío Oscar, fanático de los santos.
Miles de directores técnicos dirigen las jugadas, todos son jueces de línea, todos saben de dónde y cómo patear. “Che, pero miren bien, no sean brutos ¿quieren?…” “Che paren, desde acá todo es fácil, pero los que ponen el cuerpo son ellos…” “¿y ese Palacios? ¡Está solo!... ¡Pero no boludos! ¿Cómo lo dejan solo?” “No, si estos pibes están dormidos…”, “yo te lo dije, Russo los dejó sin alma, vamos a ver qué pasa con el Cholo…, por lo menos se mueve. ¿Viste cómo se mueve? Está como loco…” “Sí, está como loco porque estos pibes se la pasan uno a otro y nada, todo jueguitos, déjense de hacerse las estrellas y pateen de una vez”. “No, así no va pibe…” Y la hinchada se enoja, se enoja con sus jugadores, con su equipo del alma… “Pero vos sabés que ésta es una hinchada de mierda, es ciclotímica, en cambio mirá a los de Boca, puro bombo no más, ya cansan…” “Muchachos ¿por qué no cambian el ritmo?...” “Sí, pero ellos siguen alentando, no se enojan, tienen bien creído eso de que son los mejores” “… sí, aunque estén últimos, y ya no tengan más chances en el clausura…” “No, si yo te lo dije, lo mejor que tiene Boca es la hinchada que siempre anima…” “Ustedes hablan desde la bronca, pibe, algo deben tener…”, dijo el señor prudente. “Sí, a Palermo, a Palacios... mirá al Pato, no ves qué no agarra una…”
Y así entre tiros libre, de penales que el árbitro no ve o que, arbitrariamente, no quiere ver, San Lorenzo va mal, muy mal. En las tribunas, dirigen, todos son comentaristas deportivos, “… ¡pero la puta madre!…” “¡qué boludos!… no se puede creer…” Y se vino el gol, el ¡goooolllllll! de Boca y ellos festejan y los cuervos putean, tiran abajo a sus ídolos, cuestionan a Simeone.
Terminó el primer tiempo, panchos, café, gaseosas, algún cigarrillo o una escapada al baño y yo sigo pensando en el tío Oscar, me lo estoy imaginando viendo el partido desde el cielo. ¿Habrá ido alguna vez mi tío a la cancha? Yo no me acuerdo y eso que vivíamos en la misma casa, pero ahora me vuelve a resonar en la cabeza, en los oídos, la radio infaltable del domingo a la tarde.
Otra vez los jugadores en el campo, “… dale che, metanlé que todavía hay esperanzas…” “capaz con algún cambio… ¡dale Cholo!…” “¡Uy! ¡Qué boludo el Chaco!” “Si ya tiene amarilla por qué pega, no ves ¡lo expulsó… lo expulsó!... bueno se va como un duque, no dice nada…” “Sí, pero ahora tenemos uno menos…” “¡Uy qué cagada!” “Perdemos, ya está perdemos y éstos, dale que te dale con el bombo…” “¡Qué hijos de puta!” “Che, muchachos por qué no gritan ustedes también”, dice el señor prudente, “hay que alentar, así se despiertan…” Y yo, yo que quiero ver un gol, no me quiero ir con un San Lorenzo perdedor. Un gol, Tío, un gol, mandámelo desde el cielo…
Rezos y putedas, canto va canto viene, y “¡dale Bergessio metela!, ¡dale pibe!…” y ¡Gooooollllllll! ¡Goooolllllll!... ¡Gooooolazo de Bergessio!... ¡viste, viste… empate! ¡Empate! ¡Empate, Nico! Empate y vamos metanlé que les ganamos, metanlé que están dormidos…” “Dale, Fede, dale a la bandera, mové esa bandera ¿querés?… hay qué alentar, hay que alentar… vamos…” “El matador, el matador…” Y abrazos, besos, más puteadas y… “son unos bebés, loco, ni pagando nos van a ganar…” Festejamos, nos abrazamos y es una locura, un delirio y le estoy agradeciendo al tío Oscar, “…Gracias, tío, gracias me lo mandaste desde el cielo…”
Silbato final, terminó. No ganamos, empatamos, pero este empate tiene el sabor de una victoria. No les dimos el gusto de sacarnos la patria potestad, “…todavía vamos a seguir llevándolos en brazos… muchachos”, afirmó el señor prudente, y… “sepan perdonar, muchachos, a los de Boca, les digo… Me van a tener que disculpar, pero cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidencia. No nos odien, nosotros vamos a seguir queriéndolos, como un padre quiere a un hijo”.
Inés Carozza