viernes, 5 de junio de 2009

Literatura y fútbol, dos pasiones inevitables...

Domingo 10 de mayo de 2009
SAN LORENZO – BOCA Y EL TÍO OSCAR


Que me perdonen los fanáticos de Boca Juniors…

Domingo a la tarde, demasiado calor para ser otoño y el estadio es un hervidero. Nunca, a pesar de mis años había pisado una cancha y ahora lo estoy haciendo, nada más ni nada menos, que con un San Lorenzo – Boca. Los cuervos, además de ganar el partido quieren seguir sosteniendo “la paternidad”, hecho que, a los hinchas del Ciclón les produce un orgullo irrefrenable. Osadamente, le hacen gestos a los de la 12, ponen los brazos como si hamacaran a un bebé, y… “sí, los tenemos de hijos, muchachos”, decía un señor mayor y más prudente que los otros en el lenguaje. “Nos van a ganar si son brujos... ¡jodemil!... ni pagándole al réferi…” “y qué no digan estos bosteros que no tienen comprados a estos turros de los árbitros, eh…”, “parece que estudiaron en una academia para ciegos, que no digan eh, que no digan…, qué a San Lorenzo le cobran todo en contra, ¡qué hijos de puta!…”
Y suenan las cornetas y vuelan las banderas y toda la tribuna es azul grana y es hermoso y salen, sí salen y es apoteótico, los papelitos, la bandera brillosa, nuevita desplegada en la popular y todos aplaudimos, vivamos, saludamos a nuestros héroes. Y me emociono, no puedo creerlo, yo, yo que siempre fui indiferente al fútbol, ahora estoy al tanto, eso se lo debo a mi hijo menor, que de la noche a la mañana tiene prendido el televisor en el canal de deportes, como si fuera música de fondo. Y estoy aprendiendo a los cincuenta, y ahora estoy acá y me río de las puteadas, de los cantos, de los enojos y hasta se me humedecen los ojos, porque…. porque me acuerdo del tío Oscar. El tío Oscar, fanático de los santos.
Miles de directores técnicos dirigen las jugadas, todos son jueces de línea, todos saben de dónde y cómo patear. “Che, pero miren bien, no sean brutos ¿quieren?…” “Che paren, desde acá todo es fácil, pero los que ponen el cuerpo son ellos…” “¿y ese Palacios? ¡Está solo!... ¡Pero no boludos! ¿Cómo lo dejan solo?” “No, si estos pibes están dormidos…”, “yo te lo dije, Russo los dejó sin alma, vamos a ver qué pasa con el Cholo…, por lo menos se mueve. ¿Viste cómo se mueve? Está como loco…” “Sí, está como loco porque estos pibes se la pasan uno a otro y nada, todo jueguitos, déjense de hacerse las estrellas y pateen de una vez”. “No, así no va pibe…” Y la hinchada se enoja, se enoja con sus jugadores, con su equipo del alma… “Pero vos sabés que ésta es una hinchada de mierda, es ciclotímica, en cambio mirá a los de Boca, puro bombo no más, ya cansan…” “Muchachos ¿por qué no cambian el ritmo?...” “Sí, pero ellos siguen alentando, no se enojan, tienen bien creído eso de que son los mejores” “… sí, aunque estén últimos, y ya no tengan más chances en el clausura…” “No, si yo te lo dije, lo mejor que tiene Boca es la hinchada que siempre anima…” “Ustedes hablan desde la bronca, pibe, algo deben tener…”, dijo el señor prudente. “Sí, a Palermo, a Palacios... mirá al Pato, no ves qué no agarra una…”
Y así entre tiros libre, de penales que el árbitro no ve o que, arbitrariamente, no quiere ver, San Lorenzo va mal, muy mal. En las tribunas, dirigen, todos son comentaristas deportivos, “… ¡pero la puta madre!…” “¡qué boludos!… no se puede creer…” Y se vino el gol, el ¡goooolllllll! de Boca y ellos festejan y los cuervos putean, tiran abajo a sus ídolos, cuestionan a Simeone.
Terminó el primer tiempo, panchos, café, gaseosas, algún cigarrillo o una escapada al baño y yo sigo pensando en el tío Oscar, me lo estoy imaginando viendo el partido desde el cielo. ¿Habrá ido alguna vez mi tío a la cancha? Yo no me acuerdo y eso que vivíamos en la misma casa, pero ahora me vuelve a resonar en la cabeza, en los oídos, la radio infaltable del domingo a la tarde.
Otra vez los jugadores en el campo, “… dale che, metanlé que todavía hay esperanzas…” “capaz con algún cambio… ¡dale Cholo!…” “¡Uy! ¡Qué boludo el Chaco!” “Si ya tiene amarilla por qué pega, no ves ¡lo expulsó… lo expulsó!... bueno se va como un duque, no dice nada…” “Sí, pero ahora tenemos uno menos…” “¡Uy qué cagada!” “Perdemos, ya está perdemos y éstos, dale que te dale con el bombo…” “¡Qué hijos de puta!” “Che, muchachos por qué no gritan ustedes también”, dice el señor prudente, “hay que alentar, así se despiertan…” Y yo, yo que quiero ver un gol, no me quiero ir con un San Lorenzo perdedor. Un gol, Tío, un gol, mandámelo desde el cielo…
Rezos y putedas, canto va canto viene, y “¡dale Bergessio metela!, ¡dale pibe!…” y ¡Gooooollllllll! ¡Goooolllllll!... ¡Gooooolazo de Bergessio!... ¡viste, viste… empate! ¡Empate! ¡Empate, Nico! Empate y vamos metanlé que les ganamos, metanlé que están dormidos…” “Dale, Fede, dale a la bandera, mové esa bandera ¿querés?… hay qué alentar, hay que alentar… vamos…” “El matador, el matador…” Y abrazos, besos, más puteadas y… “son unos bebés, loco, ni pagando nos van a ganar…” Festejamos, nos abrazamos y es una locura, un delirio y le estoy agradeciendo al tío Oscar, “…Gracias, tío, gracias me lo mandaste desde el cielo…”
Silbato final, terminó. No ganamos, empatamos, pero este empate tiene el sabor de una victoria. No les dimos el gusto de sacarnos la patria potestad, “…todavía vamos a seguir llevándolos en brazos… muchachos”, afirmó el señor prudente, y… “sepan perdonar, muchachos, a los de Boca, les digo… Me van a tener que disculpar, pero cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidencia. No nos odien, nosotros vamos a seguir queriéndolos, como un padre quiere a un hijo”.
Inés Carozza

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