miércoles, 17 de junio de 2009



Lasciate ogni speranza voi ch´entrate


En el medio del camino de nuestra vida,
me encontré en una selva oscura donde
la directa vía estaba errada…
Por mí se va a la ciudad doliente:
por mí se va al eterno dolor,
por mí se va tras la perdida gente.
La Justicia, movió al Supremo Hacedor,
me dio la divina potestad,
el primer amor, la suma sapiencia.
Antes de mí, no fue cosa creada,
salvo lo eterno, y yo permanezco para siempre.
¡Dejad toda esperanza los que van a entrar!
Dante Alighieri
Entrada del Dante, junto a Virgilio,
en la puerta del Infierno.
Y vi que estaba en el borde sombrío
del valle, en el abismo doloroso,
y gritos sin fin del infinito subían:
Era oscuro, profundo y nebuloso,
tanto, que aun hundiendo la mirada
yo no discernía cosa alguna.
“Bajemos a este mundo ciego,
dijo el poeta, con cara mortecina,
entraré primero, tu lo harás segundo”.
Yo, que vi su palidez, respondí:
“si bajar, a ti te espanta,
¿quién a mi dudar, infundirá la calma?
“Es la angustia de la gente que aquí mora,
y es la piedad la que me embarga, vamos
el trecho es largo y acuciante”.
Y bajamos al Círculo Primero
que ceñía el abismo circundante.
Aquí volvía el grito lastimero,
de suspiros sin fin, mas no de llanto.
Era rumor de pena, sin martirio,
de hombres, niños, de mujeres, que
en gran grupo iban, girando, sin espanto.

Primer círculo: el Limbo.
El Dante desciende tras Virgilio
.


¿Qué asusta a Dante? ¿Qué a Virgilio? ¿El infierno? ¿Cuál? ¿El qué ofrece la vida? ¿El qué sigue a la muerte? ¿O será que esos círculos conducen al fondo de un alma perturbada, confusa y sufriente?


Inés Carozza

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